Saludo al sol: paso a paso

¿Qué es el Saludo al Sol?

El Saludo al Sol, o Surya Namaskar en sánscrito, es una secuencia de posturas de yoga que se realizan en un flujo continuo. Su objetivo es activar el cuerpodespertar la energía y preparar la mente para la práctica.

Cada movimiento está coordinado con la respiración, lo que hace que esta serie sea tanto física como meditativa. Es como una pequeña meditación en movimiento.

Esta secuencia ha sido practicada durante siglos en la tradición del yoga. Se considera una forma de honrar al sol, fuente de luz, calor y vida. Pero más allá de lo simbólico, es una herramienta muy potente para nuestro bienestar diario.

Puedes practicarla como un calentamiento, una rutina completa o como parte de una práctica más profunda. Lo hermoso es que se adapta a ti y a cómo te sientas cada día.

Beneficios del Saludo al Sol

El Saludo al Sol es mucho más que una serie de estiramientos. Es una práctica que transforma el cuerpo y la mente, incluso si solo la haces unos minutos al día.

A nivel físico, mejora la flexibilidadfortalece los músculos y estimula la circulación sanguínea. Cada postura activa diferentes partes del cuerpo, desde los pies hasta la cabeza.

En lo mental, ayuda a reducir el estrés y mejorar la concentración. Al coordinar respiración y movimiento, entrenas tu mente para estar presente y enfocada.

También es una forma maravillosa de empezar el día con energía. Te conecta con tu ritmo interno, te despierta y te da ese pequeño empujón para encarar el día con una sonrisa.

Y no menos importante: cultiva una disciplina amable, que se basa en escucharte y moverte con conciencia.

¿Cuándo y cómo practicarlo?

El momento más tradicional para hacer el Saludo al Sol es por la mañana, justo después de despertarte. Así activas el cuerpo y enfocas la mente antes de empezar el día.

Pero no hay una única regla. También puedes practicarlo al atardecer, como una forma de liberar tensiones acumuladas y volver al equilibrio.

Si estás empezando, puedes hacer entre 3 y 5 vueltas. Con el tiempo, puedes llegar a 12 o más, siempre escuchando a tu cuerpo. Lo más importante es la regularidad, no la cantidad.

Practícalo en un espacio tranquilo, con una esterilla y ropa cómoda. Y recuerda: respira profundamente. Cada postura se sincroniza con la inhalación o la exhalación. Esa es la magia del flujo.

Aunque parezca simple, cuanto más lo haces, más profundo se vuelve. Es un ritual contigo mismo.

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Posturas paso a paso

El Saludo al Sol tradicional incluye 12 movimientos, que forman un ciclo completo. Cada postura fluye hacia la siguiente, coordinada con la respiración.

  1. Pranamasana (Postura de oración)
    Palmas juntas frente al pecho. Conexión y enfoque.
    🫁 Inhala o exhala.
  2. Urdhva Hastasana (Brazos hacia arriba)
    Eleva los brazos, arquea suavemente. Apertura del pecho.
    🫁 Inhala.
  3. Uttanasana (Flexión hacia delante)
    Baja el torso hacia las piernas. Entrega y estiramiento.
    🌬️ Exhala.
  4. Ashwa Sanchalanasana (Zancada baja)
    Pierna derecha atrás, mira al frente. Equilibrio y apertura.
    🫁 Inhala.
  5. Phalakasana (Plancha)
    Lleva la otra pierna atrás. Fuerza del core.
    🌬️ Contén o respira según versión.
  6. Ashtanga Namaskara (Ocho puntos al suelo)
    Rodillas, pecho y barbilla tocan el suelo. Humildad y fuerza.
    🌬️ Exhala.
  7. Bhujangasana (Cobra)
    Eleva el pecho. Apertura del corazón.
    🫁 Inhala.
  8. Adho Mukha Svanasana (Perro boca abajo)
    Forma una “V” invertida. Estiramiento completo.
    🌬️ Exhala.
  9. Ashwa Sanchalanasana (Zancada baja)
    Pierna derecha al frente. Repetimos el patrón.
    🫁 Inhala.
  10. Uttanasana (Flexión hacia delante)
    Junta los pies, baja el torso. Vuelta al centro.
    🌬️ Exhala.
  11. Urdhva Hastasana (Brazos hacia arriba)
    Sube con brazos extendidos. Elevación.
    🫁 Inhala.
  12. Pranamasana (Postura de oración)
    Palmas juntas. Cierre con intención.
    🌬️ Exhala.

Consejos y precauciones

Aunque el Saludo al Sol puede parecer sencillo, es fundamental hacerlo con atención y respeto hacia el cuerpo. Lo primero es recordar que cada persona es diferente. No hay una forma “perfecta” de practicar, sino una forma que se adapta a ti y a tu momento.

Es importante escuchar tu cuerpo en cada movimiento. Si algo duele o se siente forzado, detente. Puedes modificar cualquier postura: doblar las rodillas en las flexiones, apoyar las rodillas en la plancha o suavizar el arco en la cobra. El objetivo no es llegar a una forma exacta, sino moverse con presencia y cuidado.

Si practicas por la mañana y notas el cuerpo rígido, tómate unos minutos para calentar con movimientos suaves. Eso ayuda a evitar tensiones o lesiones, especialmente en la espalda y las articulaciones.

Durante las posturas de extensión hacia atrás, como la cobra o la elevación de brazos, intenta no colapsar la zona lumbar. Activa el abdomen y lleva el estiramiento hacia la parte alta del pecho. Así proteges la espalda y trabajas con más conciencia.

Si tienes alguna lesión, molestias en muñecas, rodillas o cuello, lo mejor es consultar con un profesional antes de incorporar el Saludo al Sol a tu rutina. Hay muchas formas de adaptar la secuencia sin dejar de disfrutarla.

Y por último, pero no menos importante: respira profundo y suave. La respiración es lo que convierte esta serie de posturas en una práctica meditativa. No la descuides. Con el tiempo, notarás que lo más valioso del Saludo al Sol no es lo que haces, sino cómo lo haces.

Una meditación con el sol

Practicar el Saludo al Sol no es solo mover el cuerpo: es una forma de conectarte contigo mismo, de saludar un nuevo día con intención, de crear un espacio de calma y claridad en medio del ruido.

El sol, en muchas tradiciones, representa la energía vital, la luz interior que nos guía incluso en los días nublados. Cada vez que llevas las manos al pecho, que inhalas profundo, que te doblas hacia la tierra y vuelves a levantarte, estás haciendo algo más que una secuencia: estás honrando esa luz en ti.

No necesitas hacerlo perfecto. No necesitas hacerlo largo. Solo necesitas estar ahí, presente, respirando, dejando que el movimiento y la quietud se encuentren. Aunque sea una sola vuelta, aunque sea de forma suave, estás cultivando algo valioso: el hábito de cuidarte.

Así que la próxima vez que veas salir el sol (o incluso si está escondido), tómate un momento para respirar, moverte y recordarte esto: tú también eres luz.

Namasté 🙏

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